¿Quién podrá ocultar su pecado? ¿Quién podrá engañar a Dios?
Dirá el hombre pecador, «Cerraré las cortinas y bloquearé la luz, entonces no verá Dios mi pecado». Pero Dios todo lo ve, tanto lo claro como lo oscuro.
Dirá entonces el hombre pecador, «Cerraré puertas y ventanas con llave, no sea que entre Dios y vea mi pecado». Pero Dios tiene las llaves de todas las cerraduras.
Entonces dirá el hombre pecador, «Subiré a una barca, y me iré al mar. Me perderé en la inmensidad del océano, donde Dios no podrá encontrarme». Pero ciertamente Aquél que creó los océanos los conoce como la palma de su mano.
Se esconderá el hombre pecador en las cuevas, pero allí le verá el Todopoderoso.
Subirá a las montañas, pero el Altísimo allí habita.
Huirá el hombre pecador desde donde sale el sol hasta donde se oculta, pero la creación a su alrededor ofrecerá cantos de alabanza a su Creador.
Gritará entonces el hombre pecador, «¡Cómo desearía que no hubiera un Dios! Podría entonces hacer yo lo que me plazca, sin tener que preocuparme por obedecer su ley». Pero Jehová no apartará su vista de él por ello.
¿Qué inmensidad es tan grande que no puedas medir? ¿Qué roca es tan pesada que no puedas levantar?
¿Qué es tan oculto que no puedas descubrir? o ¿qué es tan oscuro que no puedas alumbrar?
Bueno sería para el hombre pecador arrepentirse, y reconocer que en vano pelea contra Dios.
Si se apartare de sus viejos caminos, y en arrepentimiento se volviere a mí, yo le perdonaré; dice el Señor.
Clamará a mí, y yo le responderé. Me pedirá que lo cambie, y yo lo cambiaré.
He aquí yo le daré un corazón nuevo, y por mis caminos andará. Le llamaré, y me escuchará. Diré «ven», y me seguirá.
Limpiaré sus pecados, y borraré sus maldades. De los días de su rebelión no me acordaré.
Seré yo su pastor, y él será mi oveja; con amor lo pastorearé, y mi salvación le mostraré.